Miguel Calero y Alicia Vargas se roban la noche en El Salón de la Fama
PACHUCA. Un momento marcó la novena investidura del Salón de la Fama: la voz de Miguel Calero, exportero tuzo. Sus gritos, sus festejos. Los títulos nacionales e internacionales que ganó bajo el arco. Pero, sobre todo, la frase que lo hizo inmortal:
Si volviera a nacer, me llamaría Miguel Calero, sería portero y defendería a huevo los colores del Pachuca”. La noche de El Cóndor, aunque no estuviera presente.
Para él, el reconocimiento fue público y unánime. No importó la trayectoria de hombres legendarios como Arrigo Sacchi, Tomás Balcázar, Pável Pardo y Javier Zanetti. Tampoco las ausencias de otros grandes, como Gabriel Batistuta, El Halcón Peña, Tomás Boy y Raymond Kopa.
Si hubo algo que pudo ser igual a lo del colombiano fue el discurso de Alicia La Pelé Vargas, la máxima representante del futbol femenil en la época de los 70. Porque ella, al igual que Sissi, elevaron la bandera del poder de las mujeres en contra del machismo.
Nos decían que por ser mujeres debíamos estar en la cocina. Y, en medio de las carencias y las burlas, logramos un subcampeonato del mundo. Algunos nos llaman la selección olvidada. A mí me gusta decir que somos la semilla del futbol femenil en México. Bien lo decía Pelé: ‘El éxito no es accidente, es trabajo duro. Perseverancia, aprendizaje, estudio y sacrificio. Amor por lo que haces’”, dijo, con la voz entrecortada, la ex seleccionada mexicana.
Así, La Pelé y El Cóndor se llevaron la noche y levantaron al público en su última visita al Teatro Gota de Plata. A partir de hoy, los dos, junto al resto de los engalanados, son historia pura del balompié.