Megafarmacia: Prometieron todas las medicinas pero sólo fue un show

Megafarmacia: Prometieron todas las medicinas pero sólo fue un show

Vecinos señalan que el lugar se fue quedando solo; hay más seguridad que trabajadores, dicen

A un costado de la carretera, entre terrenos baldíos y el eco de los camiones que pasan rumbo al norte, se levanta la llamada Megafarmacia del Bienestar, el proyecto que el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó con bombo y platillo como la solución definitiva al desabasto de medicamentos en México. Hoy, un año y cerca de nueve meses, el sitio parece más un monumento al abandono que un centro de distribución.

Desde lejos, el complejo luce imponente: una nave industrial enorme, cercada y vigilada, que rompe la monotonía de los campos áridos de HuehuetocaEstado de México. Pero basta acercarse para notar que algo no cuadra.

Las rejas están cerradas, el movimiento es mínimo y los únicos que parecen cumplir turnos completos son los policías, los cuales utilizan armas largas, que resguardan el perímetro y no permiten el paso.

“Hay más seguridad que trabajadores”, dice con ironía Antonio Hernández, chofer de transporte público que cada día pasa frente al recinto. Antonio hace base con su combi a unos metros de la entrada principal. Desde ahí ha sido testigo del auge y la caída de la megafarmacia.

“De principio sí se veía movimiento, cuando la andaban inaugurando, inclusive contrataron mucha gente de aquí. Hubo empleo, pero después los despidieron como a los dos meses porque los trabajadores decían que fue un fraude”, recuerda.

“Antes, muchos se subían a las combis para ir a trabajar allá. Ahorita ya no. Ya no se ve movimiento, antes había gente, tráileres, algo de vida, pero ahora nada. Solo ves dos o tres camiones estacionados”.

Antonio lleva años trabajando en la zona y conoce los cambios —o la falta de ellos— con precisión. “Yo tengo parientes en el sector salud”, dice. “Y lo que me cuentan es que todo eso fue un fraude, porque siguen sin medicamentos. Mis familiares trabajan en clínicas del IMSS y del ISSSTE y siempre están batallando, pidiendo a los pacientes que compren las medicinas por su cuenta”.

El chofer recuerda que, tras la inauguración en diciembre de 2023, se habló de que Huehuetoca se convertiría en un corredor logístico y económico, impulsado por la llegada del Tren México-Pachuca y la cercanía con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

“Decían que iba a llegar más industria, más fábricas, pero no. Todo sigue igual que hace siete años. Lo único que crece son los fraccionamientos, y muchos ya están abandonados o vandalizados porque la gente llega, ve que no hay trabajo y se va”, dice.

La promesa presidencial fue clara: desde Huehuetoca saldrían los medicamentos hacia todos los rincones del país. “Que ninguna clínica, por remota que fuera, volvería a quedarse sin medicinas”, decía López Obrador en su conferencia matutina. El complejo, de más de 40 mil metros cuadrados, sería el gran corazón logístico del sistema de salud pública.

Pero la realidad dista de ese discurso. En el terreno apenas se ven cuatro tráileres estacionados, un par de empleados entrando sin prisa y un silencio que se impone sobre la estructura gris.

En abril de este año, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo aseguró que este proyecto seguiría funcionando pero como centro de almacenamiento y distribución de medicinas, pero Eduardo Clark, subsecretario de Integración y Desarrollo del sector Salud, comentó que, cambiará paulatinamente de rol, y serán los propios laboratorios quienes entregarán en los estados.

Un par de meses se hizo realidad, el gobierno federal lanzó las Unidades de la Salud, programa para distribuir de manera constante medicamentos por medio de camionetas a los centros de salud y hospitales.

“A veces viene uno que otro camión, pero ya no se ve lo de antes. Esto se quedó solo”, dice Sandra, vecina de la colonia Santa Teresa, quien lleva 15 años viviendo en Huehuetoca y observa la megafarmacia desde su pequeño puesto de desayunos.

“Se veía que iba a ser un gran proyecto, pero la verdad no ha funcionado para nada. Mucha gente salió despedida. En su momento hubo empleo, incluso los transportistas llevaban a los trabajadores. Ahora son muy pocos los que entran, y muchos son de fuera, no de aquí”, comenta mientras sirve café a los transportistas y vecinos que desayunan antes de sus jornadas laborales.

La mujer recuerda que el día de la inauguración hubo esperanza. “Prometieron que nadie se quedaría sin medicina, que esto iba a ayudar a todo el país. Pero no fue más que un show. Nunca funcionó. Y los que trabajaron ahí cuentan que adentro ni siquiera había medicamentos reales, solo cajas vacías o en exhibición para la foto”.

La zona donde se ubica la Megafarmacia del Bienestar, en las inmediaciones de La Cañada y Santa Teresa, ha sido escenario de un crecimiento urbano desordenado. Nuevos fraccionamientos se levantan entre calles sin pavimentar y con servicios deficientes. El alumbrado público es escaso y la inseguridad, aunque controlada durante el día, aumenta por las noches.

“En la mañana ves algo de movimiento, pero ya en la noche se ve todo solo, olvidado”, dice Antonio. “Cuando estaba la empresa de Liverpool por aquí sí había movimiento, camiones entrando y saliendo todo el día. Ahora ni eso. En sus buenos tiempos pasaban unos cien tráileres diarios; hoy, si ves tres o cuatro, es mucho”.

Sandra coincide en que la zona no ha mejorado. “Decían que esto iba a detonar el desarrollo económico, pero no hay más fábricas ni comercios. Lo único que medio funciona es el parque industrial nuevo, donde sí han dado empleo, pero con sueldos bajos. Muchos se van porque no les alcanza para pagar casa y comida. Por cada familia que llega, otra se va”.

A pesar de la desilusión, los pobladores siguen atentos a cualquier señal de reactivación. “Dicen que ahora con la presidenta Claudia Sheinbaum a lo mejor vuelven a moverlo”, comenta Antonio, sin mucha convicción. “Pero mientras tanto, ahí está, una bodega vacía que costó millones”.

El contraste es que mientras se presume la continuidad del llamado IMSS-Bienestar y se anuncian inversiones para fortalecer la distribución de medicamentos, en Huehuetoca la megafarmacia permanece casi inactiva. Los vecinos aseguran que en los últimos meses apenas se han visto movimientos esporádicos, principalmente de mantenimiento o rondines de seguridad.

“Nunca nos dimos cuenta de que en realidad hubiera medicamento ahí adentro”, sentencia Antonio. “Nunca vimos camiones cargando cajas, ni personal médico, nada. Para mí sí fue un fraude. Lo prometieron como algo que iba a beneficiar a todos, y al final no sirvió para nada”.

Sandra agrega: “Es triste, porque uno veía esperanza. Pensábamos que iba a cambiar la vida del pueblo, que habría más trabajo, más seguridad, más oportunidades. Pero lo único que trajeron fueron patrullas. No hay medicinas, no hay desarrollo, no hay futuro”.

El silencio domina el lugar. Donde se suponía habría una maquinaria logística digna de una empresa de clase mundial, hoy se escucha apenas el zumbido del viento entre los muros grises. No hay obreros, no hay médicos, no hay movimiento. Solo la nostalgia de un proyecto que comenzó con grandes expectativas y terminó como una promesa más que no llegó a destino.

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