Diabetes tipo 2 en aumento en niños y adolescentes en México
Millones de niños y adolescentes comienzan a vivir con un diagnóstico que antes era solo de adultos.
A los 14 años, Sofía dejó de ir a las clases de educación física. Al principio dijo que eran los cólicos, luego el cansancio; más tarde, simplemente no tuvo ganas. Pasaba las tardes viendo series y comiendo galletas mientras hacía la tarea.
Un día, su mamá notó que tenía la piel del cuello más oscura y una sed constante. Algunas semanas después llegó el diagnóstico: diabetes tipo 2.
“Pensaba que eso le daba a los adultos, no a los niños”, cuenta su madre, aún sorprendida. “Me dijeron que ya no podía comer dulces, que debía caminar todos los días. No sabíamos por dónde empezar”
Sofía forma parte de una generación que enfrenta una epidemia silenciosa: la del sobrepeso, la obesidad y las enfermedades metabólicas que
hoy avanzan a edades cada vez más tempranas.
México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil
y el tercero en prevalencia de diabetes tipo 2 en adolescentes, solo detrás de Brasil y algunas comunidades indígenas de Canadá.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), 1 de cada 3 niños en México vive con obesidad y 4 de cada 10 adolescentes en el país tienen exceso de peso.
“El problema ya rebasó al sistema de salud”, advirtió el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud federal, Ramiro López Elizalde, al anunciar la nueva campaña 3 x Mi Salud, enfocada en reducir el consumo de bebidas azucaradas, comida chatarra y productos ultraprocesados.
“Es una epidemia silenciosa que acorta la esperanza de vida de millones de mexicanos”, reconoció el funcionario. La estrategia apuesta por mensajes simples y directos: “Hoy y mañana sin bebidas azucaradas”, “Hoy y mañana sin comida chatarra” y “Hoy y mañana camino por mi salud.”
No son lemas improvisados: están basados en evidencia científica que apunta a un enemigo común: la inactividad física.
Actualmente, 7 de cada 10 mexicanos no caminan ni 150 minutos a la semana, el mínimo recomendado por la OMS para mantener una buena salud metabólica.
El secretario de Salud de México, David Kershenobich, subraya que el eje de la estrategia es la prevención: “Debemos cuidar la talla de cintura, los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos. La salud metabólica empieza por conocernos. La diabetes se hereda…. pero también se aprende.”
La diabetes tipo 2, antes asociada casi exclusivamente a adultos y adultos mayores, hoy afecta también a niños y adolescentes.
Especialistas reportan que su prevalencia ha aumentado más de 28 por ciento desde 2022 y que actualmente más de 12 millones de adultos y medio millón de menores viven con la enfermedad en México.
“Vemos pacientes cada vez más jóvenes, incluso de 10 o 12 años”, explica el doctor Hugo Palafox, vicepresidente de Asuntos Científicos de Immunotec.
“Es el resultado de una mezcla explosiva: malos hábitos alimenticios, exceso de azúcares y grasas refinadas, sedentarismo y predisposición genética. Lo más grave es que muchos no saben que están enfermos”.
El experto lo llama “el enemigo silencioso”, porque pueden pasar años sin síntomas claros. “Cuando aparecen señales como sed excesiva, cansancio o manchas oscuras en el cuello, la enfermedad ya está avanzada”, advierte el especialista.
Un factor que explica el auge actual de la diabetes es la resistencia a la insulina, una condición que puede desarrollarse años antes del diagnóstico formal.
“La resistencia a la insulina no se siente, pero se detecta en los chequeos médicos. Identificarla a tiempo permite revertirla con cambios en el estilo de vida, una nutrición adecuada y ejercicio”, explica el doctor Mauricio González, especialista en medicina interna y creador del programa Conquista la Diabetes Tipo 2.
Se trata de un estado en el que las células dejan de responder a la insulina, obligando al cuerpo a producir más. Con el tiempo, eso genera fatiga metabólica y puede derivar en diabetes tipo 2, hipertensión o problemas cardiovasculares.
“Uno de cada 5 mexicanos es prediabético y no lo sabe. Es un problema de salud pública que crece sin que nos demos cuenta”, advierte González.
