Leyenda del América confesó haber sido adicto a las drogas: «Me metía 20 pases de cocaína diario»
El exfutbolista es uno de los máximos goleadores en la historia del América y considerado por la afición como un ídolo azulcrema
No todo lo que brilla es oro, y aunque el chileno Carlos Reinoso es una de las máximas leyendas del futbol mexicano y de uno de los equipos más grandes del país como el América, el exfutbolista sufrió la adicción a las drogas, en particular de la cocaína y estuvo cerca de perderlo todo.
Durante una charla en el progama SagaFut con el Burro van Rankin y Juan Carlos Gabriel de Anda, el ‘Maestro’ Reinoso confesó meterse «20 pases de cocaína diarios» en el peor momento de su adicción.
Quien ganó dos títulos de Liga, uno de Copa MX, un Campeón de Campeones, una Copa Interamericana y una Copa de Campeones CONCACAF con el América asegura que su victoria más importante se dio fuera de la cancha gracias a su acercamiento con Dios y la compañía de sus hijos. «El mayor triunfo de mi vida es haber salido de las drogas, me recuperé hace más de 30 años y no fue fácil, me costó un mundo. Me acerqué a Dios, mi hija Paola me ayudó muchísimo, el acercamiento de mis hijos me ayudó a salir adelante» declaró el octavo máximo goleador en la historia de las Águilas.
Desde luego, la recuperación y el proceso de regresar a ser una persona sobria no fue sencillo. De hecho, Reinoso se sinceró y mostró su lado más humano, al grado de admitir que incluso cuando acudía por ayuda, lo hacía con droga en sus bolsillos.
«Un día fuimos a Amistad Cristiana y yo iba con la droga en los bolsillos, escuchando la predicación del pastor, sentía que yo ya había cometido todos los pecados. En ese momento solté a llorar, volví a casa y en el baño tiré la droga al escusado» agregó.
Incluso, como suele suceder con las personas que sufren de acciones, el gran Maestro sufrió recaídas.
«Tuve una recaída en Toros Neza y quien me ayudó mucho fue Juan Antonio Hernández. Recaí porque apareció en mi vida mi hija Jessika cuando tenía 18 años y yo no sabía cómo decirle a mi mujer. En ese momento recaía y fue el señor Hernández quien un día se acercó a decirme: ‘Quiero que vayas a Oceánica‘ y yo no sabía cómo se había dado cuenta. Esa misma noche me interné, estuve un mes y a partir de entonces no volví a consumir». concluyó.