‘Cabo Gil’, de no saber nada, a inmiscuir al Ejército en el caso Ayotzinapa

‘Cabo Gil’, de no saber nada, a inmiscuir al Ejército en el caso Ayotzinapa

Acusa a un criminal de las alianzas de la delincuencia organizada con autoridades, pero El Güero Mugres ya está muerto.

Entre 2015, cuando fue detenido y agosto del 2020 cuando ya se había convertido en testigo protegido de la fiscalía especial del Caso Ayotzinapa, Gildardo López Astudillo El Cabo Gil, rindió cuatro declaraciones completamente contradictorias: pasó de negar su participación en Guerreros Unidos a decir que era jefe de plaza “pero no operativo”, de conocer a las personas por su apodo, a saber nombre, apellido y señas particulares, siempre con un objetivo declarado, convertirse en testigo protegido. Lo logró, hoy es testigo clave a modo y está en libertad, a pesar de ser uno de los asesinos confesos de los jóvenes de Ayotzinapa. Y por sus palabras están detenidos cinco militares y funcionarios de los tres niveles de gobierno, aunque ninguna de esas declaraciones tiene coherencia con las otras.

Obtuvimos las declaraciones completas de los cuatro textos ministeriales que dio en distintos momentos a diferentes autoridades y la pregunta obvia es cuál de ellas resulta la buena, porque ahora recuerda muchas más cosas que hace cinco años.

En la primera declaración, el 17 de septiembre de 2015, en la mañana, ante la SIEDO (la subprocuraduría contra la delincuencia organizada) de la anterior PGR, Gildardo López Astudillo aseguró que no tenía nada que ver con el caso de los estudiantes, dijo que se dedica a vender ganado y oro, que tiene una propiedad en Pueblo Viejo y una camioneta blanca (que se usó para transportar a los muchachos de Ayotzinapa), que es suya pero dijo que la manejan otras personas; que ganaba 8 mil pesos al mes transportando y vendiendo ganado y reconoce a otros de los presuntos sicarios de Guerreros Unidos como jóvenes que trabajaban con él o que conocía de otros ámbitos como El CherejeEl CepilloEl Pato. La noche del 26 de septiembre de 2014, en esta primera declaración, sostiene que estuvo en su casa y que fueron a beber con él dos personas: César Nava e Ignacio Aceves. Cuando le preguntan cómo fue su detención, dice que recibió buen trato y  que nunca fue amenazado.

Segunda declaración

Ese mismo día, pero en la tarde y luego de reunirse con sus abogados durante varias horas, decide ampliar su declaración y ofrece una completamente diferente. Estamos en el 17 de septiembre de 2015 ya en la tarde-noche. ¿Qué es lo que dice en esta segunda declaración?  Que desde 2013 trabaja con Guerreros Unidos, que lo reclutó Raúl Núñez Salgado quien le presentó a Juan Salgado, tío de los hermanos Salgado Casarrubias, que son los verdaderos jefes del cártel, que él mismo fue jefe de plaza pero que “jamás fue operativo”, que se dedicaba a organizar bailes, palenques y ventas de ganado para esa organización.

En esta segunda declaración aparece por primera vez un personaje que luego será central, pero en otras declaraciones, no en ésta. Se trata de El Güero Mugres, Jesús Pérez Lagunes, de quien dijo que era el que se coordinaba con la policía municipal por parte del cártel de Guerreros Unidos. Recuerde eso: solamente con la policía municipal. Otro personaje, Ángel Victoria Esquivel era el que se encargaba de temas legales y de tratos con los ministerios públicos, de tratar de liberar detenidos y demás.

Ofrece en esta declaración una lista interminable de nombres y dice que sólo los reconoce por seudónimo. Incluso asegura que la organización trabaja así, por seudónimo, no por nombre y apellido. El dato es muy importante porque va a ver usted lo que sucede después.

Dice que sólo era acompañante de los jefes y que nunca operó: sin embargo, asegura ser testigo de muchas cosas. Sobre los hechos del 26 de septiembre, dice que los empezó un narcotraficante de Guerreros Unidos apodado El Tilo y da una larga explicación sobre cómo El Tilo se confundió, porque creyó que los estudiantes venían a atacar a los Guerreros Unidos y que efectivamente algunos de Los Rojos atacaron un taller mecánico, un lugar para lavar automóviles, que era cuartel de esa organización criminal en Iguala.

 Terminando la comparecencia, identifica, con seudónimo, las fotos de 45 personas, entre sicarios, y también ranchos y camionetas del grupo, y dice que cambió su declaración para tener beneficios como testigo protegido. Interrogado al respecto dijo que tenía algunas lesiones que le habían provocado con algunos golpes en el momento que lo detuvieron y ahí concluye la segunda declaración.

Tercera declaración

Una semana después ofrece una tercera declaración, que es tomada en el penal de Almoloya el 25 de septiembre de 2015. En esa declaración ya no ratifica la declaración del 17 de septiembre en la tarde-noche y niega rotundamente ser parte de Guerreros Unidos, nuevamente dice que sólo vendía ganado y oro. Le muestran 17 declaraciones de otros sicarios que lo involucran, pero dice que no los reconoce. Un estudio forense certifica que recibió golpes en la cara y que tiene un tímpano parcialmente roto pero se consideran heridas no graves. Había dicho en la segunda declaración que esos golpes los había recibido por un civil en el momento en que fue detenido.

Cuarta declaración

Pasan los meses y cinco años después, hay una cuarta declaración, presentada el 12 de agosto de 2020 pero en realidad fue efectuada, no se entiende muy bien por qué en el texto ministerial, el 10 de febrero. Ese 12 de agosto del 2020, El Cabo Gil está libre porque ya es testigo protegido de la fiscalía especial de Omar Gómez Trejo.

En esa comparecencia judicial no quiere que estén nadie, ni sus abogados, pero que sí participe Carlos Martín Beristain, del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI). Han pasado cinco años desde su última declaración donde dijo que no era parte de Guerreros Unidos, pero en esta cuarta declaración comienza diciendo que siempre sí lo fue. Que se integró en el 2013 pero que sólo era acompañante de los jefes, que no era siquiera escolta, pero al mismo tiempo asegura que fue jefe de plaza.

Comienza la declaración con una lista ampliada de miembros de Guerreros Unidos con nombre, apellido y descripción, señas particulares (¿cómo hizo para recordar tantos nombres propios y seudónimos?). Recuerde usted que en la segunda declaración había anunciado también una lista pero que él solamente conocía los seudónimos y había identificado fotos, pero que no conocía nombres y apellidos. Bueno, en esta cuarta declaración, cinco años después, siendo ya testigo protegido y trabajando con el fiscal Gómez Trejo, repentinamente sabe nombres, apellidos, descripción no solamente de los que había identificado originalmente, sino de muchos más e incluso da una amplia descripción de cómo trabaja Guerreros Unidos, no solamente en México sino también en Estados Unidos y quiénes en cada una de las plazas son los jefes y los operadores.

Vuelve a decir que se integró en 2013, pero que sólo es acompañante, aunque también jefe de plaza, pero que no opera, lo cual es absolutamente contradictorio. Señala cómo se dieron las divisiones internas en este grupo a partir de decomisos contra ranchos y laboratorios, ese mismo año de 2014, semanas antes de los hechos de Iguala, que da la Sedena (otra contradicción, esos golpes los dan los mismos militares que luego dice que trabajan con Guerreros Unidos). En esos operativos cae uno de los principales operadores de Guerreros Unidos al que denomina El Rey Huaraches. En abril de 2014 dice que le presentan a Sidronio Casarrubias y que es presentado como jefe de todo el cártel. Dice que a partir de ahí se da una ruptura por los decomisos y que uno de los grupos se va con Los Rojos y comienza trabajar con Santiago Mazari, El Carrete.

En la noche del 26 de septiembre de 2014, el día de los hechos de la noche de Iguala, dice que llegaron camiones con los estudiantes y que detrás de los autobuses venían camionetas cerradas con gente armada del grupo que se había ido con El Carrete, con Santiago Mazari, gente que dice que eran de Onésimo, y que venían bajando de Tlacotepec. Dice que no hicieron nada porque les perdieron el rastro a las camionetas blancas hasta las 10:30 de la noche, cuando volvieron a identificar a los de las camionetas y fue cuando comenzaron literalmente los combates.

Aquí reaparece un personaje que en sus primeras declaraciones es absolutamente menor y que ahora se vuelve todopoderoso, Jesús Pérez Lagunes, El Güero Mugres, no es ya El Tilo, si no El Güero Mugres el que da  la orden literalmente de “partirles la madre” a sicarios y estudiantes.

Sin que venga el caso, dice, es como un injerto en la declaración, que El Güero Mugres se comunicó, que eso escuchó, con un general de apellido Saavedra, no lo conoce y no sabe quién es, pero lo describe perfectamente aunque nunca lo ha visto, pero tiene la descripción física de su cuerpo, de su cara, de cómo va peinado, es una de las cosas muy extrañas de este informe. Es el único momento donde aparece el nombre del general Saavedra.

Por otra parte, dice que le provocaron entre 20 y 30 bajas a la gente de Onésimo. Viene el tema del Hospital Cristina donde dice que  allí habían ido a matar a los muchachos y que como había testigos se retiraron. Sin embargo, los testimonios, incluso fotográficos que hay, muestran que el comando, una patrulla militar que encabeza el capitán Crespo, llega efectivamente el hospital Cristina porque hay una denuncia y verifica que los jóvenes están bien, no se lleva a ninguno, y llaman una ambulancia que llega poco después, pero los jóvenes ya se habían ido. Ninguno de ellos está en la lista de los desaparecidos y en el momento que llegaron los militares al hospital no había testigos más que los propios jóvenes.

Otra vez, sin que venga a cuento de por qué, da una amplísima descripción, con detalles físicos muy precisos, de Omar García Harfuch, entonces en la policía federal y dice que era el contacto de El Mugres, que nunca lo vio, nunca estuvo con él, pero lo describe. Lo cierto es que en esas fechas García Harfuch estaba en Nueva Italia, en Michoacán, pero lo incorpora en este discurso diciendo que como Saavedra o los militares está bajo las órdenes de este personaje, El Mugres convertido en todopoderoso.

Después, en un largo y tremebundo relato explica que a los jóvenes secuestrados los mataron, usted lo leyó en algún lado, los destazaron, y finalmente fueron llevados a un crematorio que se llama El Ángel, hasta el día 28 de septiembre. Ese lugar se revisó y no se encontró ninguna prueba al respecto, pero, además, imagínese usted un crematorio trabajando full time (porque dice que hubo cerca de 80 muertos aquella noche, no 43, que fueron solamente los estudiantes), imagínese usted incinerando 80 cuerpos cuando la ciudad ya estaba tomada, cuando ya habían llegado los medios y la prensa, y nadie se dio cuenta.

Denuncia a Iñaki Blanco, el fiscal del estado, que dice que trabajaba para El Güero Mugres pero para esas fechas Iñaki Blanco ya había comenzado a hacer detenciones, había detenido a toda la toda la policía municipal y a varios sicarios que, se supone, según esta declaración, estaban de acuerdo con él. Dice que hasta el 3 y 4 de octubre, camiones del Ejército y de sicarios,  en forma conjunta, estuvieron llevando restos a Cocula. Para esa fecha, insistimos, la ciudad estaba tomada por medios, ONG, funcionarios, policías y tropas. Un movimiento de sicarios y camiones del Ejército, además operando en forma conjunta, de esa magnitud es inverosímil.

Da nuevamente otra descripción de la estructura, detallado, de Guerreros Unidos. En esta declaración, habla repentinamente de los militares y dice que le dicen que un tal coronel Rodríguez (es ahí el momento en el que aparece el entonces coronel José Rodríguez Pérez), que participa y los ayuda, y da otra vez una descripción exacta del coronel al que supuestamente nunca había visto, ya que es una declaración de oídas. Dice que hay un movimiento intenso de vehículos militares ordenado por él. Aparece otra vez Omar García Harfuch y otra vez con todo tipo de datos de alguien que supuestamente no lo conocía.

En toda la declaración no hay ninguna contrarréplica de la Fiscalía, ninguna pregunta ante todas sus afirmaciones, no le vuelven a preguntar nada y todo es culpa de El Güero Mugres, un oscuro narcotraficante que controlaba, imagínese usted, al Ejército, la PGR, la fiscalía, los ministerios públicos, todo, todo eso simplemente un solo hombre de un grupo criminal local. Recordemos que en las primeras declaraciones El Güero Mugres sólo era un operador que manejaba la policía municipal, ahora se convierte en un personaje multicitado y con un enorme poder.

Es muy conveniente, porque El Güero Mugres fue ejecutado en el 2017. Obviamente no puede decir nada, absolutamente nada, ante estas acusaciones.

1ra declaración

  • 17 de septiembre de 2015

Asegura que no tenía nada que ver con el caso de los estudiantes, dijo que se dedica a vender ganado y oro, que tiene una propiedad en Pueblo Viejo y una camioneta blanca (que se usó para transportar a los normalistas), que es suya pero dijo que él no la manejaba.

2da declaración

  • 17 de septiembre de 2015

Dice que desde 2013 trabaja con Guerreros Unidos, que lo reclutó Raúl Núñez Salgado quien le presentó a Juan Salgado, tío de los hermanos Salgado Casarrubias, que son los verdaderos jefes del cártel, que él mismo fue jefe de plaza pero que “jamás fue operativo”.

3ra declaración

  • 25 de septiembre de 2015

En esa declaración ya no ratifica la declaración del 17 de septiembre en la tarde-noche y niega rotundamente ser parte de Guerreros Unidos, nuevamente dice que sólo vendía ganado y oro. Un estudio forense certifica que recibió golpes en la cara.

4ta declaración

  • 12 de agosto de 2020

Dice que sí participa en Guerreros Unidos y da una lista ampliada de nombres completo, pese a que en la primera declaración decía que sólo conocía sus apodos. Aquí es donde aparece la acusación al Ejército, pese que en ninguna de las otras declaraciones los había inmiscuido.

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