Impactantes imágenes muestran como Pakistán vive terribles inundaciones, hay más mil muertos
Las lluvias fueron cuatro veces más fuertes que el promedio de los últimos 30 años
Las tareas de socorro se intensificaron el martes en Pakistán para intentar ayudar a las decenas de millones afectadas por las peores lluvias monzónicas en tres décadas, que inundaron un tercio del país, causaron la muerte de al menos mil 136 personas y provocaron daños multimillonarios.
El ministro de Planificación, Ahsan Iqbal, dijo el martes a AFP que el país necesitaría más de 10 mil millones de dólares para reparar y reconstruir las infraestructuras afectadas.
«Ha habido daño masivo en la infraestructura, especialmente en las áreas de telecomunicaciones, carreteras, agricultura y los medios de subsistencia», detalló.
Las lluvias, «sin precedentes en 30 años», según el primer ministro, Shehbaz Sharif, arrasaron cultivos vitales para la supervivencia de la población y destrozaron más de un millón de hogares.
Las autoridades y las organizaciones humanitarias tratan de acelerar la entrega de ayuda a los más de 33 millones de personas afectadas, uno de cada siete paquistaníes, pero la tarea se complica por los daños en carreteras y puentes.
En el sur y el oeste del país apenas queda terreno seco y la gente desplazada debe refugiarse en carreteras y vías ferroviarias elevadas para escapar de las llanuras inundadas.
«Por el amor de Dios, ¡necesitamos ayuda!», urgió Qadir, de 35 años, que acampa con su familia cerca de Sukkur (sur), después de haber caminado durante tres días. «No nos queda nada, solo logramos salvar nuestras vidas», dice.
El cambio climático una de las razones
El monzón, que suele extenderse de junio a septiembre, es esencial para la irrigación de los cultivos y para reponer los recursos hídricos en el subcontinente indio.
También tiene su cuota de tragedia y destrucción cada año, aunque hacía tres décadas que el país no registraba unas precipitaciones tan intensas.
Las autoridades paquistaníes atribuyen estas lluvias devastadoras al cambio climático y afirman que el país sufre las consecuencias de prácticas ambientales irresponsables en otras partes del mundo.
Un tercio de Pakistán está actualmente «bajo el agua», declaró el lunes a AFP la ministra del Cambio Climático, Sherry Rehman, quien citó una «crisis de proporciones inimaginables».
«Todo es un gran océano, no hay un lugar seco desde donde se puede bombear el agua», señaló la ministra Rehman, tras añadir que el costo económico será devastador.
El saldo puede aumentar porque las autoridades todavía intentan llegar a las remotas zonas montañosas del norte. Y en el sur, el río Indo, el más importante del país, amenaza con desbordarse.
Las peores lluvias de los últimos 30 años
Según el servicio meteorológico, Pakistán recibió el doble de las precipitaciones normales. En las provincias sureñas de Baluchistán y Sind, las más afectadas, las lluvias fueron cuatro veces superiores al promedio de los 30 años previos.
Las inundaciones llegan en el peor momento para Pakistán, cuya economía enfrenta una grave crisis.
La ONU y el gobierno paquistaní, que decretó el estado de emergencia, lanzaron el martes un llamamiento por 160 millones de dólares para financiar la ayuda de emergencia.
El plan, previsto para los próximos seis meses, proporcionará servicios básicos (salud, alimentos, agua potable y refugio) a los 5,2 millones de personas más afectadas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio un respiro el lunes al anunciar la reactivación de un programa de apoyo financiero vital para Pakistán y anunció el desembolso de un paquete de mil100 millones de dólares.
Los precios de productos básicos como cebollas, tomates o garbanzos se han disparado por la falta de suministros de las inundadas provincias de Sind y Punyab, los graneros del país.
Por todo el país emergieron improvisados campos de desplazados en escuelas, carreteras o bases militares.
En la aldea de Nowshera, un colegio se convirtió en refugio de 2 mil 500 víctimas, agobiadas por el calor veraniego y con escasa comida y agua.
«Nunca pensé que un día debería vivir así», lamenta Malang Jan, de 60 años. «Hemos perdido nuestro paraíso y estamos forzados a vivir una vida miserable», añadió.