Calaveritas De La Regíon

Calaveritas De La Regíon

La Inundación de Tula


La huesuda desde el cementerio escuchaba

Los ruidos y quejidos de los vivos

Preguntándose qué tanto les pasaba

y muy preocupada decidió subir

a verlos.

Una vez en Tula, la parca

se dio cuenta que en agua negra nadaba

Muy enojada esta calaca

su vestido todo sucio miraba.

La catrina observaba y observaba

Y pura tristeza le daba, por

ello, la muerte decidida a ayudar

agarró la escoba

y se puso a limpiar.

La pelona muy cansada de tanto lavar, fue al

cementerio por refuerzos.

Despertó a todos los muertos

y les dijo: ¡A limpiar, que Tula

limpia debe quedar!

Manuel Hernández Badillo

Muy apesadumbrado el Alcalde Badillo estaba, pues por más que le pensaba, una solución no encontraba.

El nerviosismo y la preocupación su mente llenaban, pues a sacar a Tula de la inundación, nadie le ayudaba.

Ni diputados ni senadores se acercaban y por más que le buscaba la situación no cambiaba y las aguas negras a Tula inundaban.

Toda esta situación a los oídos de la huesuda llegó y una gran idea

su mente ingenió.

Al panteón se dirigió y un montón de calacas de sus tumbas sacó.

Un ejército entero formó y muchas escobas les dio.

Gran emoción a la gente le dio cuando el apoyo recibió.

Las huesudas día y noche por varios días trabajaron hasta que la suciedad del agua negra desapareció y la gente feliz quedó.

Manuel Hernández Badillo también alegre quedó y todo el pueblo tulense a las calaveras agradeció.

AMLO

Gran enojo la Calaca tenía, pues con gran dolor y tristeza a los tulenses en el agua veía.

Mucha era su preocupación y ayudar a la gente quería, y viendo que el gobierno federal nada hacía,

a buscar a López Obrador se dispuso y en su conferencia mañanera lo encontró.

Ahí con voz fuerte le recriminó: ¿Por qué no te duele el dolor de la gente si tu tan dispuesto te veías?

Pero AMLO la ignoró y con su perorata siguió.

Ante ello el enojo de la parca aumentó.

Entonces del cuello fuerte lo jaló y un gran castigo de dio.

Al agua negra de por vida lo metió y ahora entre la porquería y el fétido olor, el gran Presidente quedó.

Tianguistas de Tula

Muy orgullosos los tianguistas estaban porque a los vendedores de la expo del jardín

los habían corrido.

Felices sonreían y las manos se frotaban por el dinero que ganarían.

Sin embargo, esto no le gustó

a la huesuda.

“Son unos abusivo y egoístas”, la parca pensaba

Ella creía que Tula era para todos

y privilegios no habría.

Por eso, la noche de Día de muertos llegó y las patas les jaló.

“Ya verán que mucho venderán en el lugar en que de ahora en adelante vivirán”.

Y desde entonces los tianguistas de Tula lloran y sus lamentos todas las noches se oyen, pues en el infierno se queman.

Su avaricia al averno los llevó

y de ahí jamás saldrán.

Salvador Jiménez Calzadilla

Alcalde de Tepeji

Las calacas a un alcalde le rendían pleitesía y todo su esfuerzo reconocían, pues Salvador Jiménez Calzadilla mucho apoyo a Tepeji le entregaba y nunca descansaba.

El edil trabajaba y trabajaba, con sus funcionarios subía y bajaba, recorría las calles y todas las emergencias enfrentaba.

Hasta un reconocimiento por su gran labor recibió y al pueblo tepejano

se lo brindó.

Grandes recuerdos ahora quedan, pues el gran alcalde murió y al pueblo triste dejó.

Ya veladoras le llevaban y un gran altar le han colocado con toda la comida que en vida le gustaba.

Sin embargo, el buen edil su labor prosiguió y ahora gobierna desde

el panteón.

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