“Estoy seguro que moriré con este dolor”, aseguran familiares de fallecidos

“Estoy seguro que moriré con este dolor”, aseguran familiares de fallecidos

“Mi esposa y mis otros tres hijos no aceptan que hace dos años, en la explosión “de Tlahuelilpan”, perdimos a mi primogénito, José Ángel Cruz Zapote, de apenas 15 años yo, mientras tanto, estoy seguro que moriré con este dolor, que nunca se irá”, narró Fernando Cruz Zapote, padre del menor fallecido.

      Contó que, para él, desde que su hijo ya no está, la vida ha sido por demás complicada, dado que, posterior a que sepultó los restos calcinados de su hijo y concluyeron los rosarios correspondientes, cayó en una profunda depresión que lo llevó al alcoholismo y la locura.

       «Le reclamé a Dios el motivo por el cual me abandonó, mi esposa me dejó, perdí el trabajo, llegué al extremo de no saber si era de día o era de noche, al grado de no bañarme, no dormir, para conciliar el sueño, tenía que tener una botella de vino… no se lo deseo ni a mi peor enemigo”.

       El doliente, aseguró que hubo un momento en que se sintió muerto tanto física como espiritualmente, pero dice que uno de esos días soñó a su hijo, que le mandó un mensaje de esperanza, y a partir de ahí, resurgió.

        En tanto que la mamá de José Ángel y el resto de sus hijos se niegan a creer que su hermano murió: “ellos piensan que está vivo, que está en un hospital de otro estado, pero no, yo lo enterré”, finalizó a punto del llanto.

       Otro caso, el de la señora Martha Vaca Ángeles, quien perdió a dos hijos y a su nuera a causa del estallido, relató que esta última dejó a dos niños en la orfandad, “el menor de un año y medio y la mayor de 7”, de los que ahora ella se hace cargo completamente ante la falta de apoyo de los tres órdenes de gobierno.

        El 18 de enero de 2019, una explosión en el oleoducto de Pemex Tula – Tuxpan, a la altura del kilómetro 226, cobró la vida de 137 personas, que se arremolinaron alrededor de una toma clandestina de gasolina, la que juntaban con botes, cubetas y tambos, cuando sobrevino el estallido que finalmente les arrancó la vida.

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