Inseguridad y violencia en el Hospital Regional Tula-Tepeji

Inseguridad y violencia en el Hospital Regional Tula-Tepeji

La noche del pasado 3 de junio se suscitó un ataque armado en un bar denominado “El Chinito”, ubicado en la calle Liberación, Colonia, El Llano, Primera Sección en el Municipio de Tula de Allende y que llamó la atención de los pobladores por el desenlace que tuvo. Según testigos de la escena del crimen un grupo de individuos desconocidos llegaron al bar “El Chinito” preguntando por una mujer.

Al no localizarla se retiraron pero después volvieron y abrieron fuego con armas de grueso calibre al conductor de un vehículo Volkswagen Jetta blanco que se encontraba en el estacionamiento del lugar. El hombre solo resultó herido por lo que fue trasladado al Hospital Regional de Tula.

Sin embargo, al enterarse los agresores que el individuo había quedado con vida quisieron rematarlo en el hospital ante el pánico de trabajadores de la salud, enfermos y familiares de pacientes. Tras recibir los primeros auxilios el herido fue trasladado a un hospital de Pachuca bajo un fuerte dispositivo de seguridad.

Después de lo ocurrido tanto las autoridades de Seguridad Publica como la policía Municipal guardaron un fuerte hermetismo. ¿Pero quién fue la victima? para ser resguardado por autoridades policiacas. Según un artículo publicado por el diario La Jornada se trataba de un hermano del “H”, líder delincuencial que controla el robo de hidrocarburo, narcomenudeo y otros delitos en la región.

Al “H” también se atribuyen los asaltos violentos al transporte público en la autopista Arco Norte a la altura de la Caseta II de Tula y es objetivo prioritario desde la administración del exgobernador Omar Fayad Meneses.

La inseguridad y violencia ha llegado a los hospitales públicos y privados y ha puesto en peligro la vida e integridad no solo del personal de salud, sino de pacientes y familiares.

Cada vez se vuelve parte de la cotidianeidad ver llegar a los hospitales a individuos peligrosos heridos en riñas o ajustes de cuentas, fuertemente custodiados por el Ejército o la Guardia Nacional que pone nerviosos a más de uno. La violencia ha alcanzado al personal de salud como paramédicos que son intimidados, heridos o asesinados por los delincuentes.

Los rescatistas son tiroteados durante su noble labor por rescatar a individuos peligrosos. El caso más indignante ocurrió el 22 de abril en Celaya, Guanajuato donde dos paramédicos fueron asesinados a tiros y calcinados dentro de una ambulancia por delincuentes a bordo de una motocicleta. 

Al respecto, el Gobernador panista de Guanajuato, Sinhue Rodríguez Vallejo declaró que los ataques a tres ambulancias particulares estaban relacionados con actividades de un grupo criminal conocido como Cartel Santa Rosa de Lima que opera en la zona. De hecho, -dijo el Gobernador- en Celaya hay servicios de emergencia financiados por delincuentes. Sea verdad o justificación para deslindar responsabilidades, el hecho resulta oprobioso desde donde se mire.

A este caso se suman otros más. Todo esto ante la incapacidad de los guardianes de la ley y el orden para aprehender e investigar los crímenes que se cometen de manera cotidiana a todas horas en cualquier rincón del territorio nacional.

Ya sea al interior de domicilios o en plena vía pública. Pero sí es indignante que los delincuentes ingresen a rematar a sus contrincantes a los hospitales donde labora personal de salud, cuya ética profesional es solo salvar la vida de todas las personas enfermas que ingresan sin importar sus antecedentes o condición social.

Noticias Relacionadas