Museo Jorge R. Acosta de Tula
El pasado lunes 30 de octubre por fin fue abierto al público el museo Jorge R. Acosta tras cinco años de permanecer cerrado por supuestos trabajos de remodelación al edificio.
En el acto oficial de reapertura del museo estuvo presente el Gobernador del Estado de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar, el Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, el Director del INAH Hidalgo, Osvaldo José Esterpone, así como el Alcalde provisional de Tula, Mario Francisco Guzmán, entre otros funcionarios de gobierno.
Sin embargo, es evidente que en el museo existe un conflicto laboral entre Diego Prieto y los trabajadores del lugar afiliados al Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaria de la Cultura, Sección Hidalgo 1, pues a la entrada de la zona se encuentran dos mantas.
Una, donde los trabajadores condicionan a las autoridades del INAH la entrega de uniformes; herramientas y equipo de trabajo de calidad para labores de mantenimiento y limpieza en áreas de visita pública, o la suspensión del servicio en museos y zonas arqueológicas del INAH.
En la otra manta solicitan al Director General del INAH informe ¿Qué está haciendo con el presupuesto? destinado a la institución. Al parecer el cierre del museo desde 2019 a la fecha se debió a un conflicto laboral y no a trabajos de remodelación del edificio.
Por eso, durante el acto inaugural Diego Prieto lanzó un mensaje donde lamentó la reestructuración del inmueble “pues este tipo de espacios son propiedad de la nación y las zonas arqueológicas no son del INAH sino de los mexicanos”.
La reducción de presupuesto destinado al INAH es un hecho, pues cuando se llegan a localizar vestigios arqueológicos en un predio particular, el Instituto sugiere a los propietarios costear los gastos que implican los trabajos de excavación o detener la obra. Tal fue el caso de la fallida construcción de la tienda Wal-Mart en la zona El Salitre de Tula donde se encontraron algunos hallazgos arqueológicos.
UN MUSEO REDUCIDO
Hice una visita al lugar con el fin de constatar la nueva propuesta museográfica. Grande fue mi sorpresa al notar que no existe ninguna ampliación al edificio y en lugar de haber enriquecido el acervo museográfico, fruto de los trabajos que realizan los arqueólogos, las piezas en exhibición se han reducido. Al parecer se encuentran bajo resguardo en la bodega. Esperemos que así sea y no se encuentren en museos extranjeros o colecciones particulares.
Lo que si abundan son reproducciones fotográficas de suelo a techo que muestran las diferentes etapas de reconstrucción de la zona a partir de 1940 cuando el INAH a tan solo un año de su fundación comisionó al arqueólogo Jorge R. Acosta para realizar la primera excavación en Tula Xicotitlan. Jorge Ruffier Acosta fue un arqueólogo mexicano que nació en la Ciudad de Pekín, China en 1908.
En 1940 inició una serie de trece temporadas de trabajo de campo en Tollan Xicotitlan que permitieron el rescate de importantes piezas arqueológicas, entre ellas los atlantes de Tula localizados en la pirámide B de Tula, así como la reconstrucción de los principales edificios.
En el museo solo se exhiben 4 esculturas originales, un bajorrelieve que pertenece a Tláloc, un Chacmool, 2 portaestandartes (uno carece de cedula informativa), dos bajorrelieves más que se encuentran resguardados en una vitrina y se refieren a un guerrero recostado en una serpiente emplumada.
Destaca por su belleza una coraza o especie de chaleco elaborado con 1413 pendientes de concha y caracoles marinos. Esta pieza fue localizada en el Palacio Quemado en la Sala 2.
SIN MAQUETA EXPLICATIVA
El museo carece de una maqueta donde se muestre la zona arqueológica en su totalidad, así como de objetos de cerámica, tan importantes para un arqueólogo pues sirven para datar o registrar la fecha o diferentes etapas constructivas de un sitio arqueológico. Sí se exhiben algunas piezas de cerámica pero no forman parte de la zona arqueológica de Tula, sino de lugares bajo influencia tolteca tan lejanos como la Costa del Pacifico.
Otras piezas de gran belleza se refieren a un marcador y la representación de un felino hechos de alabastro que fueron localizados en la comunidad de Doxey, en Tlaxcoapan, Hidalgo. En Tula y sus alrededores abunda la piedra caliza que ya se trabajaba en la época prehispánica.
Completan la exposición, la sección de un atlante que se localiza a la entrada del museo y que representa las piernas y pies de un atlante. A un costado de la escalera principal se puede apreciar un espacio donde se recrea un taller lítico, lugar donde el artífice tolteca daba forma a la piedra basáltica para crear grandes esculturas o bajorrelieves que luego eran empotrados en la pared de los principales edificios.
COLOCAR MÁS PIEZAS ARQUEOLÓGICAS
Ojalá en un futuro el museo se enriquezca con nuevas piezas que capten el interés del público y hagan más atractivo el lugar. El museo lo amerita, porque Tula fue la cuna de una cultura refinada. Ser tolteca en la época prehispánica era sinónimo de hombre culto y civilizado.
Tula fue sede del origen y mito de Quetzalcóatl, principal dios de los toltecas del que aprendieron a contabilizar el tiempo, a desarrollar la agricultura a labrar la piedra. Toltecayotl según León Portilla significa “la totalidad de la creación”. Quetzalcóatl es el dios que crea al hombre con su propia sangre, el que descubre el primer grano de maíz y enseña al hombre a cultivarlo y alimentarse de él.
Fue tan importante que casi todas las culturas que se desarrollaron en el área mesoamericana adoptaron su culto. En Yucatán los mayas lo llamaban Ku Kul Kan. Por eso el Museo Jorge R. Acosta debe ser un museo digno del nombre que ostenta. Jorge R. Acosta fue un arqueólogo que literalmente pico piedra por más de 20 años en la zona de Tula y abrió brecha a importantes investigadores de la cultura Tolteca.