Trabajadores de La Cruz Azul están literalmente “en guerra” y resisten un severo boicot de servicios y sueldos que les ha impuesto el grupo opositor

Trabajadores de La Cruz Azul están literalmente “en guerra” y resisten un severo boicot de servicios y sueldos que les ha impuesto el grupo opositor

** Enfrentan cortes de energía eléctrica, gas, servicios de todo tipo y órdenes de aprehensión. * Ante ello, la producción bajó en Ciudad Cooperativa de 10 mil a apenas 3 mil toneladas, lo cual representa un 70 por ciento menos

Por Gabriela Tovar González

Los trabajadores de la Cruz Azul en la planta de Ciudad Cooperativa, siguen en pie de lucha. Han pasado casi seis meses desde que los denominados «opositores» tomaron el edificio corporativo de la Cruz Azul en la Ciudad de México, pero la mayoría de los socios siguen aquí resguardando la planta para evitar que se las arrebaten. Literalmente libran una guerra y un boicot de servicios, sueldos y problemas jurídicos.

      En Ciudad Cooperativa Cruz Azul se respira un ambiente de desolación, donde ya no se ve aquel movimiento intenso que existía de trabajadores que entraban y salían de la fábrica o el transitar de mucha gente en las calles de esta pequeña y organizada ciudad. Ahora la entrada a la planta permanece cerrada y resguardada para evitar algún «asalto» a las instalaciones.

     Las guardias en la puerta 1 de la fábrica, que es la principal entrada, siguen, y ahí se observa a socios y familiares haciendo turnos para vigilar. También se puede ver cerca de las vías del tren a un grupo de jóvenes que también resguardan las instalaciones y que están a la expectativa por si algo sucediera.

     El aire en general es de desconfianza, incluso entre ellos mismos, porque ahora ha habido división entre familias; unos están con los socios, que son la mayoría, y otro grupo pequeño está a favor de los opositores.

      De aquella unión y el orgullo que se veía en los grandes eventos para conmemorar a La Cruz Azul, por ahora, no queda nada.

LITERALMENTE ES UNA GUERRA

      Literalmente existe una guerra porque los disidentes, encabezados por Víctor Manuel Velázquez y José Antonio Marín, han orquestado un boicot en todos los sentidos contra los trabajadores de Ciudad Cooperativa para que desistan de su lucha y les dejen libre la fábrica para controlarla.

       Ramses Dolores Anguiano, vocal del Consejo de Vigilancia del grupo de trabajadores de la Cruz Azul afirma en entrevista con LA REGION que los opositores manejan todo el dinero de la venta del cemento que llega a las oficinas de Gran Sur en la Ciudad de México y que son miles de millones de pesos.

     Sin embargo, en Ciudad Cooperativa les han ido quitando el servicio de proveedores de gas para la fábrica, les provocan cortes de luz para que se detenga la producción, no le pagan su sueldo a 140 socios que están impulsando el movimiento para recuperar a La Cruz Azul, tienen 20 órdenes de aprehensión, que, dice, son ilegales, les quitaron el teléfono y el internet en las oficinas, etc., etc., etc.

     «Apenas este miércoles provocaron un corto circuito en una de las líneas de transmisión de energía eléctrica para la fábrica y se tuvo que detener la producción hasta que se reactivó el servicio, pero esto nos provoca cuantiosas pérdidas económicas», señala.

     El boicot es constante y apenas el jueves le informaron a unos 30 empleados que trabajaban en el comedor de la fábrica, que ya no se brindaría este servicio.

“NO HAY HUACHICOL; ES VENTA LEGAL”

      Toda esta situación ha provocado una severa disminución de 70% en la producción de cemento y mientras que antes producían 10 mil toneladas diarias, hoy apenas producen 3 mil toneladas.

      Ramses Dolores explica que ante todos estos ataques, tomaron la decisión de vender el cemento que producen.

     «No se trata de huachicoleo de cemento, como algunos lo están manejando, es venta de cemento legal, es lo que producimos y lo vendemos directamente a nuestros proveedores que confían en nosotros, a pesar de que también a ellos los han atemorizado», asegura.

      – ¿Pero, los trámites son legales? ¿Ustedes pueden otorgarles factura? – se le pregunta.

     – Todo es completamente legal, nosotros les expedimos factura y se cumple todo lo que solicita Hacienda, nada es un delito.

     – ¿Y sobre los jóvenes que han contratado para vigilar las intalaciones? ¿Se dice que son grupos de choque?

     – Los tenemos por si ellos (los opositores) pretenden tomar las instalaciones, como ya intentaron hacerlo, pero les hemos dicho que no causen daño a nadie, que éste no es un movimiento violento.

     Entonces recuerda lo que ocurrió recientemente en Lagunas, Oaxaca, donde los opositores se apoderaron de la planta de La Cruz Azul, a base de violencia, de entrar por la fuerza y tomar las instalaciones, y donde le fincaron una orden de aprehensión al gerente de la planta, Pablo Reséndiz, y pusieron a uno de ellos, Francisco Morán.

“NUESTRO NOMBRE Y APELLIDO ES CRUZ AZUL”

      «Aquí seguiremos en pie de lucha y no permitiremos que se apoderen de lo que es de los trabajadores. No somos alvaristas, como algunos dicen, ni mini-bilis (en relación a don Guillermo Alvarez), somos trabajadores de luchamos por la Cruz Azul y ese es nuestro nombre y apellido», asegura de manera enfática.

     Dolores Anguiano explica que su movimiento laboral no ha flaqueado ni se sienten debilitados.

    «Estamos fuertes, con empuje y confiados en que la ley nos dará la razón. Ahora tenemos un amparo para que los opositores no puedan entrar a la planta y siguen los procesos legales en los juzgados de la Ciudad de México donde se resolverá que nosotros tenemos la razón, porque somos la mayoría de los 700 socios de La Cruz Azul».

     Indica que así quedó demostrado en la Asamblea que realizaron en Gran Sur, la cual fue ratificada por un notario público en agosto pasado, mientras que el grupo de Marin y Velázquez ha gastado miles de millones de pesos de los socios para «comprar» jueces y autoridades.

     De esta manera, la lucha sigue en Ciudad Cooperativa Cruz Azul, una lucha que suena a incertidumbre y que nadie sabe cuándo terminará.

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