El cerebro organiza las experiencias diarias en capítulos para fijar la memoria

El cerebro organiza las experiencias diarias en capítulos para fijar la memoria

Una investigación detalla cómo se arman estos episodios claves para ordenar los recuerdos y sugiere que el cerebro decide dónde empiezan y terminan según su estado de ánimo y su atención

No iba mal encaminada Tristeza, protagonista de la película Del Revés (Inside out), cuando definía la memoria a largo plazo como “un interminable laberinto con estanterías” en el cerebro. “Se cree que los recuerdos de determinados acontecimientos pasados (recuerdos episódicos) se almacenan principalmente en el hipocampo, que es como una biblioteca de recuerdos, y la corteza prefrontal medial es más como un bibliotecario que intenta garantizar que los recuerdos estén organizados de manera significativa para ayudarte a encontrarlos”, plantea Christopher Baldassano, investigador del instituto Incite de la Universidad de Columbia (Nueva York). La comunidad científica lleva tiempo intentando armar el puzzle de la memoria, pero los entresijos de cómo se construye, almacena y recupera ese registro que dejan en el cerebro nuestras experiencias vitales todavía no están claros.

Baldassano y su equipo han dado ahora un paso adelante para comprender cómo el cerebro procesa las experiencias diarias que luego se fijarán en la memoria y, en un artículo publicado este jueves en la revista Current Biology, sugieren que el cerebro organiza los acontecimientos del día por capítulos que se construyen según las prioridades de cada persona. Es decir, lo que determina el comienzo y fin de un episodio no son solo cambios repentinos en el mundo, sino también lo que le importa a una persona en ese momento o a lo que está prestando atención. Por ejemplo, un capítulo nuevo para el cerebro puede comenzar al entrar a un restaurante (y pasar del exterior de la calle al interior de un local) o, en ese restaurante, al revisar la carta y pedir la comida.

El científico admite que existen diversas teorías que compiten entre sí sobre qué es exactamente lo que desencadena que un cerebro comience un nuevo capítulo en la memoria. “Una idea es que experimentar una sorpresa repentina le dice al cerebro que está comenzando un nuevo evento”, ejemplifica. Sin embargo, explica el científico, su investigación apunta en otra dirección: “El principal hallazgo nuevo de este estudio es que estos capítulos no surgen únicamente de la forma en que se escribe la historia. Las personas no se limitan a escuchar al autor de una historia para que les diga cuándo comienza un nuevo acontecimiento; el cerebro toma decisiones activas sobre cuándo comenzar un nuevo capítulo que dependen de su estado de ánimo y sus objetivos actuales”, sintetiza el investigador en una respuesta por correo electrónico. Según su estudio, lo que impulsa al cerebro a registrar un nuevo capítulo son, más que grandes cambios ambientales o a estímulos sensoriales, guiones internos que nuestro cerebro escribe en función de sus experiencias o la atención que preste a un detalle.

Los investigadores de la Universidad de Columbia querían comprender cómo procesa el cerebro situaciones reales, acontecimientos complejos que se prolongan a lo largo de un tiempo. “Sabemos que organizar una experiencia en eventos significativos es importante para la memoria. Por ejemplo, las personas que son mejores en este proceso de segmentación, también son mejores en las pruebas de memoria”, explica Baldassano. En su experimento, los investigadores hicieron que los participantes escuchasen unas historias mientras medían su actividad cerebral por imágenes de resonancia magnética funcional. Cada relato era una combinación de dos guiones (es decir, dos secuencias de acontecimientos a la vez). “Por ejemplo, una historia podría ser sobre una propuesta de matrimonio en un restaurante y pasar por las etapas de comer en un restaurante (sentarse, pedir la comida…) mientras los acontecimientos de la propuesta suceden al mismo tiempo (sacar el anillo, la proposición, la reacción de la pareja…)”, señala Baldassano.

En algunos casos, sin embargo, los científicos pidieron a los participantes que prestaran especial atención a uno de los guiones. “Por ejemplo, les dijimos que se les harían preguntas sobre los detalles del restaurante y lo que pidieron [de comer] los personajes”, explica. Y cuando hicieron esto, los investigadores descubrieron que “cambiaba la forma en que la corteza prefrontal medial de un participante organizaba los eventos de la historia en capítulos, de modo que el capítulo se alineaba con el guion al que estaban prestando atención”.

Los detalles a los que pedían que prestasen atención influía en lo que el cerebro percibía como un nuevo capítulo. “Nuestro estudio descubrió que una función importante de la corteza prefrontal medial es ayudar a garantizar que las experiencias se dividan correctamente en capítulos significativos que estén relacionados con tus objetivos y que sean fáciles de encontrar más tarde”, concluye Baldassano.

Una “biblioteca de recuerdos” en el hipocampo

Los investigadores de Columbia defienden que los capítulos “se almacenan en una biblioteca de recuerdos episódicos en el hipocampo” y ahí se empiezan a generar los recuerdos. “En este artículo y en mi trabajo anterior, descubrimos que hay un pico de actividad en el hipocampo justo al final de un capítulo, lo que suponemos que es una señal de que se está creando un nuevo recuerdo”, apunta Baldassano. El guión del evento que una persona prioriza, añade, puede cambiar lo que recuerda de dos maneras diferentes. “En primer lugar, podría cambiar lo que se almacena en la memoria durante la experiencia: si no estás prestando atención a algo o no es relevante para el guión al que estás atendiendo actualmente, es posible que esa información nunca llegue a la memoria. En segundo lugar, podría cambiar tu estrategia para encontrar el recuerdo más adelante: si tienes una buena comprensión de cómo se desarrolla un evento en general, eso puede ayudar a proporcionar pistas para recuperar elementos de un recuerdo específico”, reflexiona.

El científico admite que este segundo paso es el más complejo y causa el olvido: “En general, las personas son mucho mejores en la memoria de reconocimiento (que les muestren algo y les pregunten si sucedió o no) que en la memoria de recuerdo (tener que buscar un recuerdo por uno mismo), lo que nos hace pensar que hay muchas cosas que están en nuestra biblioteca de memoria pero no somos buenos para encontrarlas”.

El objetivo general de este tipo de investigación es comprender mejor cómo funcionan nuestros procesos perceptivos y de memoria, y también comprender las formas en que pueden fallar”Christopher Baldassano, investigador del instituto Incite de la Universidad de Columbia (Nueva York) y autor del estudio

En este sentido, Baldassano asegura que tener los recuerdos bien organizados en estos capítulos garantiza que no se mezcle la información de acontecimientos no relacionados. Y ayuda, además, a evocar recuerdos más tarde. “Si trato de recordar mi viaje diario al trabajo esta mañana, puedo buscar capítulos organizados de acuerdo con cada paso del viaje: caminar hasta la estación de tren, viajar en tren, caminar hasta la oficina, etc. El objetivo general de este tipo de investigación es comprender mejor cómo funcionan nuestros procesos perceptivos y de memoria, y también comprender las formas en que pueden fallar”.

El neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga, investigador del grupo de Percepción y Memoria del Hospital del Mar Research Institute, asegura que este estudio, en el que no ha participado, “intenta dar a entender cómo funciona la memoria en la vida real”. “Sabemos bastante de la memoria en procesos controlados de laboratorio, pero de ahí a cómo funciona en la vida real hay un salto enorme. Nos falta entender la memoria en la vida real y este paper te ayuda a entender cómo segmentas las experiencias para poder procesarlas”, valora. Tiene sentido, dice, que las experiencias vitales, que son narrativas complejas, se segmenten: “Es un clásico en la memoria. Cuando tienes mucha información, la intentas partir en pedacitos para que sea más manejable”. Y pone el ejemplo de cómo se aprenden los números de teléfono, que también se cortan en grupos de tres o cuatro para procesarlos.

También tiene “mucho sentido”, agrega, que la perspectiva cambie la segmentación de la historia. “Si te digo de ir al Camp Nou a ver un partido y a ti no te gusta el fútbol, pero vienes para vernos y compartir un rato juntos, tus episodios de esa experiencia serán distintos a los míos, que sí que me gusta el fútbol. Yo, probablemente, los dividiré en primer tiempo, descanso y segundo tiempo; pero tus episodios empezarán en el momento en que nos encontramos, cuando nos depedimos… Según el interés, puedes partir un evento de diferentes maneras”.

Cuestiones sin resolver

Con todo, Quian Quiroga advierte que hay preguntas sin resolver. “En general, estos papers te dicen dónde, pero no cómo. Te dicen qué areas cerebrales están involucradas, peor no te dice cómo interaccionan las neuronas para hacer eso”, señala. Precisamente, el neurocientífico está intentando esclarecer el cómo y entender los mecanismos neuronales que generan la memoria: “No asumamos que los mecanismos neuronales del cerebro humano son análogos a los que vemos en las ratas en el laboratorio”, avisa.

Ignacio Morgado, catedrático emérito de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, también incide en las preguntas que no resuelve esta investigación. “Me parece que las conclusiones no son claras del todo, son provisionales”, sopesa. Y sobre el papel que otorga Baldassano a la corteza prefrontal medial, como garante de que las experiencias vividas se organicen correctamente en capítulos relacionados con las prioridades individuales, Morgado puntualiza que “es una hipótesis que necesita precisión porque no dicen cómo” lo hace. “La línea de trabajo de estos autores va en la dirección de cómo una información que entra en el cerebro queda mejor ligada en la memoria cuando se relaciona con otras informaciones que ya están consolidadas”, apunta.

En su libro Aprender, recordar y olvidar: Claves cerebrales de la memoria y la educación, Morgado explora también el papel de diversas áreas cerebrales en la construcción de la memoria y sostiene que “el conocimiento previo que tenemos almacenado en el cerebro juega un papel importante a la hora de codificar y consolidar la nueva información”. “Cuando en la corteza cerebral hay ya un esquema o red neuronal previa y congruente con la nueva información a aprender, esta deja de depender del hipocampo y es rápidamente asimilada e integrada en aquella. Si no es así, se precisa el concurso de la corteza prefrontal para acomodar el nuevo aprendizaje en los esquemas ya existentes en el cerebro (…). La corteza prefrontal funciona, por tanto, como un reconciliador de asociaciones en la formación de los esquemas o memoria semántica en el cerebro”, explica en su libro.

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