EDITORIAL
Este domingo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer y en México la situación se ha complicado en extremo, porque el sector feminista ha salido a las calles en los últimos meses a manifestar su repudio en contra de los asesinatos de mujeres y la gran violencia que se ha incrementado en los últimos años.
El tema en general es muy controvertido, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde la violencia se ha desbordado, donde no sólo afecta a las mujeres sino a todos los sectores, donde diariamente hay muertes violentas, donde los soldados mueren a manos del crimen organizado, donde se mata a cualquier niño o niña en la calle o en sus propias casas….
En fin, no sería exagerado afirmar que estamos viviendo una guerra interna en el país.
En este escenario vale la pena preguntarnos si sólo las mujeres son víctimas de la violencia o si es válido que salgan a las calles literalmente como cualquier «vándalo» a rayonear o pintarrajear monumentos históricos o edificios, a romper cristales y todo lo que encuentran a su paso, e incluso, a incendiar anuncios u otros objetos, esto en las marchas que han realizado, principalmente en la Ciudad de México.
El tema, decíamos, es complicado, pero bien podríamos decir que la violencia está generalizada en el país y no sólo contra las mujeres.
El feminismo es un término que quiere acuñar también la violencia a las mujeres en el trabajo, en la calle y en todos los lugares públicos, y si bien es cierto que debe existir un respeto hacia el denominado «sexo débil» (esto debido a la fuerza menor en comparación con los hombres) también es real que una mujer debe darse el respeto que se merece.
Afortunada o desafortunadamente, como se le quiera ver, las mujeres son las forjadoras de la sociedad, son ellas las que forman en sus hogares a los niños y niñas que después saldrán a la sociedad y esto ya sea con buenas o malas enseñanzas, porque en la casa es donde se enseñan los valores, el respeto, la educación, los principios que, en general, deben privar en una sociedad.
Por ello, ante la terrible violencia que estamos viviendo, vale la pena preguntarse ¿Qué ha pasado con este rol de la mujer en la familia? ¿Por qué están saliendo de las familias narcotraficantes, huachicoleros, violadores, y en general, etc., etc., etc.? ¿No será que les es más fácil recibir dinero sin importar de dónde venga?
Y hay que recordar que también hay mujeres que han destacado en el narcotráfico, el secuestro y el huachicoleo.
Realmente creemos que el problema está en las familias y en el hecho de que «las mujeres» no están educando
bien desde el seno familiar, donde han perdido el rol que les corresponde,
quizás por el trabajo, la influencia de los medios de comunicación, las modas, o tantos otros aspectos.
Hay que reflexionar profundamente en este
aspecto y luchar, más que por el feminismo, por regresar a la formación de los seres humanos en la familia y que las mujeres retomen su responsabilidad como creadoras de hombres y mujeres bien cimentados y que salgan a la sociedad con bases sólidas y buenos principios para que respeten a sus semejantes, entre ellos, a las mismas mujeres.
Creemos que la mujer se ha ganado su lugar en el trabajo, la política y todos aquellos espacios que hoy tiene, gracias a la lucha incansable de mujeres que buscaron arduamente tener un lugar en la historia y en la actualidad.
Las bases deben ser el trabajo, la constancia, los valores y la lucha en general para que la sociedad mejore, no
sólo lanzarse a las calles con el rostro cubierto, con el puño en alto y realizar destrozos a diestra y siniestra por un feminismo que se va a los extremos y que raya en el libertinaje.