El juego se llama ‘Tírenle al INE’
De manera consciente o inconsciente, los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) siguen trabajando para Andrés Manuel López Obrador, con decisiones que legitiman su discurso de confrontación con el órgano que validó su arribo a la Presidencia.
En los hechos, el aplazamiento temporal de la revocación de mandato ante la negación del presupuesto solicitado tiene como principales beneficiarios al Presidente y a su partido, en medio de un muy complicado proceso de validación que aspira a alcanzar las 2.8 millones de firmas que representan 3 por ciento de la lista nominal de electores, requerido para la convocatoria legal a dicho proceso.
‘El culpable’ de una fallida consulta de revocación sería ahora el INE, empeñado en confrontar los designios de la 4T por una aparente animadversión de su presidente, Lorenzo Córdova, y por el apoyo incondicional del consejero Ciro Murayama.
Ambos personajes han sido protagonistas de cruentas batallas con el Poder Ejecutivo, enfundados ambos en el discurso de la democracia y en la no intervención del titular del Poder Ejecutivo en los procesos electorales.
Pero han sido también artífices de desencuentros en temáticas que, si bien son totalmente legítimas, no alcanzan a ser vistas en buenos términos por los ciudadanos, como la relacionada con los recursos legales que interponen para defender sus salarios.
En el INE no alcanzan a entender que sus decisiones y posturas son lo único que, en el cuarto año de gobierno, terminan por dar fuerza e incluso credibilidad a la lucha contra el neoliberalismo.
En el propio Consejo General se ha reprobado la insistencia del instituto en hacer las cosas como en las pasadas décadas, sin considerar, por ejemplo, la incorporación de tecnología que pudiera abaratar los procesos electorales e incluso materializar la consulta de revocación con el presupuesto actual.
De hecho, el INE podría enfocar sus batallas a aquellas que, aunque polémicas, cuenten con el respaldo ciudadano, destacando logros como el de haber sido árbitro en ya tres procesos de aplastantes triunfos para Morena y López Obrador. Pero pues no.