Exposición en la Sala Histórica Quetzalcóatl
La semana pasada visité la Sala Histórica Quetzalcóatl en Tula donde se exhibe una exposición del artista plástico Irving Giovanni Cruz Villeda que reúne una serie de cuadros al óleo sobre tela. Se trata de paisajes donde destaca como protagonista principal el cerro del Xicuco.
El artista recurre a la técnica de pintar paisajes al aire libre haciendo uso de la luz natural, movimiento, perspectiva y contraste de colores. Inspirado en la historia y simbolismo del cero del Xicuco, sus obras contienen reminiscencias de la pintura impresionista del siglo XIX. El cerro del Xicuco está situado justo en medio del Valle del Mezquital y puede observarse desde diferentes kilómetros a la redonda sin que pierda su forma.
De hecho, Xicuco significa en náhuatl “en el centro de” o en “el ombligo de”. Geográficamente se localiza en el Municipio de Tezontepec de Aldama y tiene una altura de 2,200 metros sobre el nivel del mar. El Xicuco fue un volcán que se formó durante el plioceno medio, muestra de ello es la abundante piedra de tezontle rojo que se encuentra en la zona. De hecho, una sección del cerro es conocida como Cerro Colorado.
Para la cultura tolteca el cerro del Xicuco fue un sitio sagrado. Algunas décadas atrás podían encontrarse en la cima y faldas del cerro algunos objetos de cerámica y utensilios domésticos como metates y molcajetes, usos de tejer y hasta marcadores de juego de pelota.
Desafortunadamente el Instituto Nacional de Antropología Historia (INAH) no ha emprendido estudios en forma y mucho menos labores de salvamento. Actualmente, cada 21 de marzo cuando entra el equinoccio de primavera algunas personas acuden al sitio con el fin de recargar energías y celebrar ceremonias y danzas prehispánicas.
De acuerdo a estudios realizados por el filólogo italo-mexicano Gutierre Tibón en la cima del Xicuco se celebraba cada 52 años la ceremonia del fuego nuevo en la que los toltecas presentaban ofrendas a Huehueteotl o “dios viejo”, rompían los utensilios domésticos y elaboraban nueva cerámica. Con la llegada de los españoles y durante el proceso de evangelización el dios viejo fue sustituido por una cruz.
En torno al lugar existen diversas leyendas que han sido contadas por los más viejos. Una muy popular se refiere a la aparición de un charro a caballo que sorprende a una banda de músicos. El hombre ofrece mucho dinero a los músicos y los logra convencer para que toquen en su fiesta.
Los músicos llegan a una hermosa finca donde todos los invitados conviven y bailan alegremente. Los músicos se percatan del engaño después de las 12 de la noche cuando canta el gallo, hora en que termina el encantamiento. Los hombres y mujeres elegantes resultan ser seres demoniacos con patas de animales y la majestuosa casa resulta ser una obscura cueva.
Los músicos logran salir de la cueva con la primera luz del alba. Mito o realidad, lo cierto es que para los habitantes del Valle del Mezquital el Xicuco es un referente histórico-geográfico y constituye uno de los tres cerros más importantes que se localizan en el antiguo altepetl. Para los hidalguenses es una figura icónica e indispensable.
Forma parte del paisaje. Ha sido fotografiado por viajeros nacionales y extranjeros desde los inicios de la fotografía. En las primeras fotografías tomadas por exploradores extranjeros a la zona arqueológica de Tula, el Xicuco aparece de fondo. Se dice que el arquitecto Ramírez Vázquez se inspiró en su figura para diseñar la cúpula de la Basílica de Guadalupe, principal templo mariano de México y Latinoamérica.
Sin embargo, Fray Gabriel Chávez de la Mora aclaró en una entrevista realizada para México desconocido que tal dicho son imaginaciones del populacho. Fue el Cardenal Guillermo Schulenburg, entonces Abad de la Basílica de Guadalupe quien lo invitó a participar en el proyecto de la nueva Basílica de Guadalupe, dada su larga experiencia en el remozamiento del conjunto guadalupano.
De modo que Fray Chávez de la Mora formó parte del nuevo proyecto al lado de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y José Luis Benlliure. El diseño arquitectónico de la Basílica de Guadalupe no está inspirado en el cerro del Xicuco, la tilma extentendida de Juan Diego, ni en el tabernáculo bíblico, sino en el diseño de un espacio funcional, propio para albergar grandes multitudes.
A decir del Huapango al cerro del Xicuco de la autoría del Sr. Cirilo Vargas Martínez el cerro del Xicuco junto con los atlantes son mudos testigos de la historia de los toltecas. Por eso el artista plástico Cruz Villeda rinde homenaje a través de sus cuadros a este colosal gigante de Tula Xicotitlan.
No deja de ser preocupante que el cerro está siendo invadido por asentamientos irregulares. Pobladores de Tezontepec de Aldama principalmente son los que están deslindando y repartiendo lotes de tierra ilegalmente sin que las autoridades hagan algo al respecto.