“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”
Frase acuñada por el abogado y periodista neolonés Nemesio García Naranjo en un artículo que se publicó en el Diario El Heraldo de Chihuahua el 3 de diciembre de 1962, en alusión a las difíciles relaciones políticas con el vecino del norte.
Últimamente el embajador de los Estados Unidos Ken Salazar anda muy activo lanzando declaraciones a la prensa y opinando sobre asuntos internos del país. Y es que se podrá estar a favor o en contra de la reforma judicial, pero lo que es inaceptable es la actitud injerencista del embajador, quien en repetidas ocasiones ha expresado su parecer en torno a la reforma judicial impulsada por el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador.
“La elección de jueces –dice- podría abrir la puerta del poder judicial al crimen organizado” o “la elección de jueces –por voto popular- podría hacer más fácil que los cárteles y otros actores malignos se aprovechen de jueces inexpertos con motivaciones políticas”.
La intervención del gobierno norteamericano en México ha causado mucho daño a las relaciones entre ambos países. Recordemos que a lo largo de la vida independiente de México ha habido por lo menos tres invasiones militares de los Estados Unidos.
La primera ocurrida entre 1846-1848 en la que México perdió 2,378, 539.45 km cuadrados de su territorio a consecuencia de una guerra desigual e injusta. Dos invasiones militares del ejército estadounidense a territorio mexicano ocurrieron en el siglo XX.
En 1914 en plena revolución mexicana tropas estadounidenses ocuparon el puerto de Veracruz. El motivo evitar la llegada de un cargamento de armas destinado a Victoriano Huerta, ya que el gobierno de los Estados Unidos apoyaba a Venustiano Carranza. En 1916 se dio una incursión militar a territorio mexicano conocida como expedición punitiva. El motivo capturar al General Villa, quien previamente había atacado Columbus, Nuevo México el 9 de marzo de 1916.
EU EXPERTO EN LA INTRIGA
Esto en cuanto a incursiones militares. También, Estados Unidos es experto en manejar la intriga a través de la diplomacia. La influencia política, económica y militar que Estados Unidos ha ejercido en América Latina ha sido constante desde el siglo XIX con la instauración de la doctrina Monroe.
La doctrina Monroe fue formulada por el presidente de Estados Unidos James Monroe el 2 de diciembre de 1823 durante su mensaje anual del Presidente al Congreso de los Estados Unidos. Esta se basa en dos principios: el anticolonialismo y el intervencionismo. El primero rechazaba cualquier intento de establecer nuevas colonias en América.
El segundo prohibía a Europa cualquier intento de reconquista de las naciones americanas que habían logrado su independencia. La doctrina Monroe nació como una política expansionista. “América para los americanos” ha sido su lema desde entonces. Considera a los países latinoamericanos una extensión colonial de su territorio.
El discurso y los métodos empleados por Estados Unidos para intervenir en las naciones latinoamericanos han cambiado con el tiempo, pero no los fines. En nombre de la democracia pone y quita gobiernos que amenacen sus intereses económicos, impone bloqueos o sanciones económicas, financia grupos de choque para enrarecer el ambiente social, utiliza a los medios informativos para crear conflictos políticos, trafica armas, etc.
Recién con motivo de la ceremonia para recordar los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Washington y New York declaró ante personal de la embajada americana en México “la democracia tiembla en varios lugares del mundo, incluidos países de América Latina”.
Por eso son reprobables las acciones del embajador Ken Salazar. Actualmente, existen temas cruciales que afectan los intereses de ambos países en materia de comercio, contrabando de armas, seguridad y migración y que se deben negociar, pero el embajador no puede opinar sobre asuntos internos del país como si fuera un funcionario del Estado mexicano.
Como ya lo expresó el Presidente mexicano, la política nacional solo compete a los mexicanos y a su Gobierno. Es cuestión de soberanía la no intervención de los Estados Unidos en México.