Cómo el pánico de Elon Musk a que la inteligencia artificial nos domine explica que quiera mejorar nuestro cerebro con Neuralink
Cada vez surgen más voces en Silicon Valley denunciando el peligro potencial que representa la inteligencia artificial, pero quizá la más destacada de ellas, por su proyección mediática y la contundencia de sus afirmaciones, sea la del sudafricano Elon Musk, fundador de Tesla Motor y SpaceX.
Esta semana Musk ha sido noticia destacada en el sector tecnológico por un evento aparentemente al margen del debate en torno a la IA: los planes de otra de sus compañías, Neuralink, para conectar cerebros y ordenadores cosiendo ‘hilos’ (de un grosor menor que el de un cabello) de forma no invasiva en la superficie del cerebro humano, de tal forma que permitan comunicar áreas concretas del mismo con el exterior.
Musk está probando ya esta tecnología en animales y espera empezar a hacerlo con humanos en 2020… si recibe el permiso de las autoridades estadounidenses (un punto difícil de llevar a cabo cuando sabemos que las pruebas con animales ni siquiera han llegado ya a la etapa de los primates).
Entre las primeras aplicaciones prácticas que Musk y su equipo atisban para la tecnología de Neuralink destacan su intención de restaurar la capacidad de hablar, escuchar o moverse a personas que han perdido dichas capacidades, así como la de tratar diversas afecciones mentales
Sin embargo, la inteligencia artificial no estuvo ausente en la presentación de las novedades de Neuralink. Musk llegó a afirmar que esta tecnología será clave para lograr «una fusión» del cerebro humano «con la inteligencia artificial». Pero, ¿por qué querría mezclar nuestro cerebro con asuntos vinculados a la IA alguien que afirma que desarrollando «la inteligencia artificial estamos invocando al demonio»?
Si no puedes con tu enemigo, únete a él
«Esto va a sonar bastante raro, pero en última instancia, lograremos establecer una relación simbiótica con la inteligencia artificial», afirmó Musk en la conferencia de prensa.
Y ése no ha sido el único calificativo por el estilo usado por Musk con respecto a la IA: desde calificarla sin ambages como la «mayor amenaza a nuestra existencia» a dar a entender que la IA no nos mataría, sino que nos trataría commo a gatos caseros:
«Como la IA será, probablemente, mucho más inteligente que los humanos, la relación entre las diferentes inteligencias probablemente sea similar a la existente entre una persona y un gato».
Y ahí parece residir la clave de la motivación de Musk para embarcarse en este proyecto: está convencido de la imposibilidad de evitar que la inteligencia artificial supere a la inteligencia humana, por lo centra sus esperanzas en lograr, al menos, una «simbiosis» o «fusión» de nuestra mente con la IA; que la especie humana no se quede atrás, a expensas de que la IA quiera o no jugar con su «mascota».
«Lo he dicho varias veces durante los últimos años, pero es que creo que incluso en un escenario en el que la IA sea benigna, nos quedaremos atrás. Por eso creo que dotarnos con una interfaz cerebro-máquina de alto ancho de banda nos ayudará a permanecer por delante».