El primer parastronauta de la historia está listo para viajar al espacio
La Agencia Espacial Europea confirma que no hay impedimentos para que el británico John McFall, paratleta y cirujano, pase seis meses en la Estación Espacial Internacional
Los primeros resultados de un estudio pionero sobre la posibilidad de enviar al espacio a una persona con discapacidad apuntan a que los viajes espaciales no deben estar vetados a este tipo de personas, según han explicado hoy los responsables del estudio ¡Vuela! de la Agencia Espacial Europea (ESA).
“Hoy anunciamos que no hay ningún impedimento para enviar al espacio a John McFall”, ha celebrado Jerome Reineix, jefe del programa, en una rueda de prensa virtual. McFall es un exvelocista paralímpico de Reino Unido que sufrió la amputación de una pierna a los 19 años tras un accidente de moto. El británico, además de correr 100 y 200 metros lisos, es cirujano especializado en traumatología y ortopedia. McFall puede convertirse en la primera persona con discapacidad que viaja al espacio.
El principal mensaje de este proyecto, ha explicado el británico este viernes, es “cambiar la visión que tenemos sobre las personas con discapacidad”, “romper el estigma y crear más oportunidades”. Daniel Neuenschwander, director de exploración humana y robótica de la ESA, ha añadido: “Esto forma parte de la democratización del espacio, que no debe ser solo cosa de pilotos de pruebas”. A preguntas de los periodistas, McFall ha reconocido que la ESA también está considerando la posibilidad de que haya astronautas con discapacidad intelectual en un futuro.
En noviembre de 2022 fue seleccionado como el primer “parastronauta” europeo, junto a los cinco astronautas titulares, incluido el ingeniero español Pablo Álvarez, y otros 11 efectivos que están en la reserva, entre las que se encuentra la bióloga molecular Sara García.
El proyecto ¡Vuela! de la Agencia Espacial Europea (ESA) fue anunciado en noviembre de 2022 durante el Consejo Ministerial celebrado en París. Este estudio pionero pretende entender las limitaciones que las discapacidades físicas pueden imponer en los astronautas cuando viajan al espacio.
La idea es facilitar las cosas para que la exploración espacial no esté limitada por restricciones físicas, y que las personas con discapacidad puedan participar en la exploración espacial y contribuir a los beneficios e impacto que esta tiene en la Tierra.
En mayo de este año, la ESA anunció que los dos primeros en viajar al espacio, concretamente a la Estación Espacial Internacional (ISS), serán la ingeniera y piloto de pruebas francesa Sophie Adenot, de 42 años, y el ingeniero biomédico y neurocientífico belga Raphaël Liégeois, de 36 años. Este viaje se realizará en 2026. Los planes de la ESA son que el resto de efectivos titulares también vayan a la estación antes de 2030.
Desafíos y esperanzas
Desde junio de 2023, McFall ha estado participando en clases y actividades de familiarización en el Centro de Astronautas Europeo de Colonia (Alemania), dirigidas a explorar los desafíos específicos que su discapacidad podría plantear para los vuelos espaciales.
El futuro primer parastronauta de la historia ha explicado: “La esperanza es que quien vuele sea uno más de la tripulación”. El británico se ha sometido a muchas de las pruebas convencionales de preparación para astronautas, incluida la supervivencia invernal, y además se ha sometido a pruebas específicas que han analizado su discapacidad y los efectos que esta podría tener en una futura misión espacial. McFall ha mencionado un ejemplo: una de las pruebas fue analizar si con la ingravidez su muñón se hinchaba o reducía su volumen hasta el punto de no poder usar su prótesis. Llevarla es esencial, pues la necesita para poder volar. El estudio no ha encontrado ningún problema y, entre otras cosas, se demostró que McFall puede abandonar la nave en caso de emergencia con rapidez.
En noviembre del año pasado, McFall participó en un vuelo de microogravedad organizado por la ESA a bordo de un avión especial de la Agencia Espacial Alemana. Estos vuelos realizan caídas sucesivas en picado para simular la ausencia de gravedad. Abordo iba un grupo de personas, incluido McFall, que pareció desenvolverse con mucha soltura en microgravedad e incluido pudo cazar al vuelo golosinas que estaban flotando por el aire.
“Es el primer paso que he dado para ir algún día viajar al espacio”, dijo el británico después del vuelo. “Espero con este viaje mostrarle a la gente con discapacidad que realmente se pueden hacer este tipo de cosas y que, ojalá, es algo accesible a todos”, añadió.
El futuro parastronauta también se ha metido en la famosa centrifugadora que acelera a los astronautas durante su entrenamiento, según explicó el mismo recientemente a la BBC. Uno de los objetivos era probar que la prótesis no causaba ningún problema físico a pesar de aumentar la intensidad de las fuerzas de gravedad. El británico también se ha lanzado al agua envuelto en traje de neopreno con otros compañeros para simular rescates en el mar o ha ayudado a extinguir incendios en contenedores como parte de su entrenamiento.
El plan es que McFall también pueda viajar a la ISS a bordo de una cápsula Dragon, fabricada por la empresa SpaceX de Elon Musk, y pueda pasar allí seis meses realizando experimentos antes de regresar a la Tierra, pero todavía es un proyecto sin fecha ni presupuesto fijado. La ESA necesita que sus 22 países miembros, incluida España, aporten la financiación suficiente como para poder enviar a McFall a la estación espacial. El viaje debería realizarse antes de 2030, pues más allá de esta fecha está previsto jubilar esta veterana instalación científica, el único lugar habitado de forma permanente fuera de la Tierra. Esta misma semana, la agencia espacial estadounidense, NASA, dio detalle de cómo se realizará la maniobra de bajada de la estación para ponerla en una trayectoria de colisión con la atmósfera terrestre para su desintegración.
La empresa del multimillonario estadounidense Elon Musk, SpaceX, ha sido elegida para enviar a la ISS cápsulas Dragon para realizar la maniobra. Esto en parte da algo de tiempo para elegir el momento de la caída, con lo que podría ampliarse algo más el periodo en el que la instalación seguirá funcional y visitable. La NASA quiere mantener astronautas en la estación el máximo tiempo posible, y estos se quedarán hasta seis meses antes de la reentrada, cuando la base estará ya a unos 220 kilómetros de altitud sobre la Tierra, cuando su órbita normal es de unos 400 kilómetros, según explicó el miércoles Dana Weigel, responsable de la ISS en la agencia estadounidense. Todo el proceso llevará entre año y año y medio.